Sidarta, después de comprender
que
los extremos no te liberan, se
preparó
física y mentalmente para
sentarse
en meditación debajo de
un
árbol y pudo derrotar a Mara.
Nuestros sentidos, son el medio de las entradas de diferente tipo de información que viene desde el mundo externo, lo cual afecta constantemente el mundo interior. Nuestros sentidos continuamente están recibiendo impactos de innumerables impresiones que nos atrapan y nos atan, lo cual conecta en un grado variable nuestra atención de tal manera que queda perturbada la quietud natural de la mente. En la actualidad, estamos expuestos a un avasallante ruido y a una interminable olas de imágenes de todo género, las cuales nos invaden por diversos medios, y nos producen una gama de necesidades ficticias. Nos vamos rodeando de objetos que lentamente van ocupando y abarrotando nuestros espacios físicos y mentales y pasamos tanto tiempo sin usarlos que ni siquiera recordamos que los tenemos, simplemente nos llenamos de cosas inútiles. Los valores en que giran nuestras vidas en estos momentos, los maestros de yoga de la antigüedad, difícilmente podrían haberlo imaginado, sin embargo estas prácticas siguen teniendo vigencia a pesar de la convulsión que nos abarca. No hay duda que millones de personas están atrapadas en estas redes y que difícilmente puedan ser rescatadas de esa tormenta, pero no es menos cierto que paralelamente hay otras miles que han superado esos escollos lo cual nos está indicando que es posible vencer los impedimentos que nos sumen en tan profunda ilusión, la evolución continúa avanzando.
Fotografía realizada por: Elizabeth Porteiro. Año 2006. Pico Espejo.
Arreglos en Photo Shop realizado por::Nuestros sentidos, son el medio de las entradas de diferente tipo de información que viene desde el mundo externo, lo cual afecta constantemente el mundo interior. Nuestros sentidos continuamente están recibiendo impactos de innumerables impresiones que nos atrapan y nos atan, lo cual conecta en un grado variable nuestra atención de tal manera que queda perturbada la quietud natural de la mente. En la actualidad, estamos expuestos a un avasallante ruido y a una interminable olas de imágenes de todo género, las cuales nos invaden por diversos medios, y nos producen una gama de necesidades ficticias. Nos vamos rodeando de objetos que lentamente van ocupando y abarrotando nuestros espacios físicos y mentales y pasamos tanto tiempo sin usarlos que ni siquiera recordamos que los tenemos, simplemente nos llenamos de cosas inútiles. Los valores en que giran nuestras vidas en estos momentos, los maestros de yoga de la antigüedad, difícilmente podrían haberlo imaginado, sin embargo estas prácticas siguen teniendo vigencia a pesar de la convulsión que nos abarca. No hay duda que millones de personas están atrapadas en estas redes y que difícilmente puedan ser rescatadas de esa tormenta, pero no es menos cierto que paralelamente hay otras miles que han superado esos escollos lo cual nos está indicando que es posible vencer los impedimentos que nos sumen en tan profunda ilusión, la evolución continúa avanzando.
¡ Que bien! esto me
tranquiliza.
Toda
esta deformación, como nosotros percibimos el mundo exterior, provoca que la
mente esté dividida, fragmentada, llena de agitación y desasosiego, y
alimentada continuamente por el conflicto y la ansiedad, lo cual trae como
consecuencia una distorsión total de la realidad mientras permanecemos
sumergidos en lo ilusorio, en un mundo virtual e impermanente y cegados
por una profunda ignorancia aunque estamos abarrotados de conocimientos,
tecnologías y de todo tipo de información.
Pero
por el hecho de poseer un extraordinario cuerpo mente tenemos la capacidad
innata de cerrar nuestra conciencia a las influencias exteriores no para negar
su presencia sino para cambiar la forma como nos relacionamos con ellas y
comenzar un viaje en nuestro espectacular mundo interior, en el yoga a esta práctica
se le conoce como pratyahara, generalmente traducido como introspección.
La
introspección y la concentración de nuestras fuentes de energía pueden apuntar
en un mismo sentido bajo ciertas condiciones con el objetivo de llevar la
mente hasta su estado natural centrado y equilibrado a partir de una
condición altamente dispersa, por una parte.
Por
la otra, esta centralización y equilibrio de nuestro cuerpo mente,
desactiva nuestras conexiones con las diferentes manifestaciones de
negatividad, de nuestra agresividad y de nuestras emociones turbulentas.
También
esta práctica nos hace conscientes de nuestro buen corazón ya que
disuelve y elimina la hostilidad y la contaminación que hay en nosotros, de tal
forma que nos volvemos útiles, tanto para nosotros mismos, como para los demás
seres presentes en el cosmos y de esta forma podemos incorporarnos de
manera positiva al proceso de evolución del universo.
Si
no se consigue instaurar la armonía en la vida cotidiana, la introspección es
casi imposible y por lo tanto no habrá concentración ni será posible la
meditación.
La meditación es un estado de la mente, que lejos de pretender controlar nuestras desbocadas emociones y la inquieta turbulencia de nuestros infinitos pensamientos, es conectarnos con el fluir libre y observar activamente cada creación mental sin identificarnos con ella y lograr sentir con la inteligencia del corazón su estado de no permanencia. Como ejemplo, para ilustrar esta idea, imagine que aparece el pensamiento repentino de un vaso, entonces lo observamos no generamos historias alrededor del vaso, no emitimos ninguna opinión, ningún juicio ya que si lo hacemos se van a disparar una cadena incontrolable de pensamientos y nuestra mente estará saltando sin una dirección definida y nuestra atención se dispersará, mientras se disipa nuestra energía mental.
Todo el mundo puede aprender y practicar la meditación.
Aprender a meditar es el mayor y mejor regalo que podemos hacernos en esta vida presente, es posible que a muchos nos cueste llegar a creer esto. Es sólo por medio de la meditación como podemos emprender el viaje para descubrir nuestra auténtica naturaleza, a la cual muchas veces le tememos, ya que raramente queremos confrontarnos con nosotros mismos y encontrarnos con nuestra muy disimulada parte oscura. Esto es sumamente importante, ya que descubrir esta oscuridad aparentemente oculta, nos permite emprender nuestro proceso de cambio y a partir de ese momento desarrollar nuestro sistema para encontrar la estabilidad y la confianza que necesitamos.
Meditar es romper con nuestro muy arraigados
esquemas, cambiar por momentos nuestra acostumbrada forma de conducirnos,
puesto que se trata de un estado libre de toda preocupación o inquietud, en el
que no hay competitividad, no hay deseo de poseer, ni aferrarse a nada, no hay
lucha interna, ni angustias, ni anhelos de logros; es un estado sin ambiciones,
en el que no hay aceptación, ni rechazo, ni esperanza ni miedo.
Poder
sentir esto tan sólo por una breve fracción de un segundo, libres de todo tipo
de angustias, un estado en el que poco a poco empezamos a dejar marchar, en el
espacio de la sencillez natural, toda la maqueta de conceptos y emociones que
nos tienen aprisionados.
Una
de las maneras de asumir una forma para las meditaciones que suelo practicar es
la siguiente:
- Me siento en
la posición de loto (padmasana) o semiloto, (ada-padmasana) si estoy en un
lugar adecuado para esto. Sin embargo no es una condición necesaria puesto
que existen personas que no pueden adoptar esta posición debido a
diferentes motivos. Se puede emplear cualquier posición donde uno se
encuentre cómodo, ya que la idea es disfrutar no torturarse. En el caso
que cualquiera de las posiciones sentadas le sea imposible, utilice una
silla. No es recomendable realizarlo acostado, lo cual es más conveniente
para una relajación
- Me aseguro que mi
columna esté recta, con lo que quiero decir que sus curvaturas naturales
se respeten, firme pero relajada. Independientemente de la postura
seleccionada, esto es sumamente importante. Las diferentes regiones de la
columna vertebral deberían estar alineadas, lumbar, dorsal y cervical..
Mantenga los hombros hacia atrás y hacia abajo, pero sin generar
tensión. La idea es que su energía fluya en todo el cuerpo, por toda la
columna. Mantenga los pabellones de los oídos alineados con los hombros.
Observe que el mentón está paralelo con el piso.
- En esta fase hago el mudra (posición de las manos) universal y comienzo a observar mi respiración. Su ritmo, su tiempo, cuando inhalo y cuando exhalo, tratando de que esto sea lo único que esté en mi mente, solamente mi respiración, sus cuatro fases, vaciar llevando el ombligo hacia la columna vertebral, suelto el abdomen lentamente y sentir el vació, comienzo a llenar desde el abdomen, luego el pecho, hasta las clavículas, tomo conciencia de que estoy lleno, repito este ciclo. No necesito más nada, sólo observar mi cuerpo, mi mente y la respiración los cuales me sirven como una especie de mandala (figura geométrica que sirve para fijar la atención) cada forma, cada asana es como un mandala El silencio interno y los sonidos de mi cuerpo se convierten en mis mantras.
- Edgardo Leal
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