miércoles, 27 de febrero de 2013

LAS TRES PREGUNTAS

                                                               LAS TRES PREGUNTAS



Cierto emperador pensó un día que si se conociera la respuesta a las siguientes tres preguntas, nunca fallaría en ninguna cuestión. Las tres preguntas eran:
¿Cuál es el momento más oportuno para hacer cada cosa?
¿Cuál es la gente más importante con la que trabajar?
¿Cuál es la cosa más importante para hacer en todo momento?

El emperador publicó un edicto a través de todo su reino anunciando que cualquiera que pudiera responder a estas tres preguntas recibiría una gran recompensa, y muchos de los que leyeron el edicto emprendieron el camino al palacio; cada uno llevaba una respuesta diferente al emperador.
Como respuesta a la primera pregunta, una persona le aconsejó proyectar minuciosamente su tiempo, consagrando cada hora, cada día, cada mes y cada año a ciertas tareas y seguir el programa al pie de la letra. Sólo de esta manera podría esperar realizar cada cosa en su momento. Otra persona le dijo que era imposible planear de antemano y que el emperador debería desechar toda distracción inútil y permanecer atento a todo para saber qué hacer en todo momento. Alguien insistió en que el emperador, por sí mismo, nunca podría esperar tener la previsión y competencia necesaria para decidir cada momento cuándo hacer cada cosa y que lo que realmente necesitaba era establecer un «Consejo de Sabios» y actuar conforme a su consejo.
Alguien afirmó que ciertas materias exigen una decisión inmediata y no pueden esperar los resultados de una consulta, pero que si él quería saber de antemano lo que iba a suceder debía consultar a magos y adivinos.
Las respuestas a la segunda pregunta tampoco eran acordes. Una persona dijo que el emperador necesitaba depositar toda su confianza en administradores; otro le animaba a depositar su confianza en sacerdotes y monjes, mientras algunos recomendaban a los médicos. Otros que depositaban su fe en guerreros.
La tercera pregunta trajo también una variedad similar de respuestas. Algunos decían que la ciencia es el empeño más importante; otros insistían en la religión e incluso algunos clamaban por el cuerpo militar como lo más importante.
Y puesto que las respuestas eran todas distintas, el emperador no se sintió complacido con ninguna y la recompensa no fue otorgada.
Después de varias noches de reflexión, el emperador resolvió visitar a un ermitaño que vivía en la montaña y del que se decía era un hombre iluminado. El emperador deseó encontrar al ermitaño y preguntarle las tres cosas, aunque sabía que él nunca dejaba la montaña y se sabía que sólo recibía a los pobres, rehusando tener algo que ver con los ricos y poderosos. Así pues el emperador se vistió de simple campesino y ordenó a sus servidores que le aguardaran al pie de la montaña mientras él subía solo a buscar al ermitaño.
Al llegar al lugar donde habitaba el hombre santo, el emperador le halló cavando en el jardín frente a su pequeña cabaña. Cuando el ermitaño vio al extraño, movió su cabeza en señal de saludo y siguió con su trabajo. La labor, obviamente, era dura para él, pues se trataba de un hombre anciano, y cada vez que introducía la pala en la tierra para removerla, la empujaba pesadamente.
El emperador se aproximó a él y le dijo:
—He venido a pedir tu ayuda para tres cuestiones:
¿Cuál es el momento más oportuno para hacer cada cosa?
¿Cuál es la gente más importante con la que trabajar?
¿Cuál es la cosa más importante para hacer en todo momento?


El ermitaño le escuchó atentamente pero no respondió. Solamente posó su mano sobre su hombro y luego continuó cavando. El emperador le dijo:
—Debes estar cansado, déjame que te eche una mano.
El eremita le dio las gracias, le pasó la pala al emperador y se sentó en el suelo a descansar.
Después de haber acabado dos cuadros, el emperador paró, se volvió al eremita y repitió sus preguntas. El eremita tampoco contestó sino que se levantó y señalando la pala y dijo:
— ¿Por qué no descansas ahora? Yo puedo hacerlo de nuevo.
Pero el emperador no le dio la pala y continuó cavando. Pasó una hora, luego otra y finalmente el sol comenzó a ponerse tras las montañas. El emperador dejó la pala y dijo al ermitaño:
—Vine a ver si podías responder a mis tres preguntas, pero si no puedes darme una respuesta, dímelo, para que pueda volverme a mi palacio.
El eremita levantó la cabeza y preguntó al emperador:
—¿Has oído a alguien corriendo por allí?
El emperador volvió la cabeza y de repente ambos vieron a un hombre con una larga barba blanca que salía del bosque. Corría enloquecidamente presionando sus manos contra una herida sangrante en su estómago. El hombre corrió hacia el emperador antes de caer inconsciente al suelo, dónde yació gimiendo. Al rasgar los vestidos del hombre, emperador y ermitaño vieron que el hombre había recibido una profunda cuchillada. El emperador limpió la herida cuidadosamente y luego usó su propia camisa para vendarle, pero la sangre empapó totalmente la venda en unos minutos. Aclaró la camisa y le vendó por segunda vez y continuó haciéndolo hasta que la herida cesó de sangrar.
El herido recuperó la conciencia y pidió un vaso de agua. El emperador corrió hacia el arroyo y trajo un jarro de agua fresca. Mientras tanto se había puesto el sol y el aire de la noche había comenzado a refrescar. El eremita ayudó al emperador a llevar al hombre hasta la cabaña donde le acostaron sobre la cama del ermitaño. El hombre cerró los ojos y se quedó tranquilo. El emperador estaba rendido tras un largo día de subir la montaña y cavar en el jardín y tras apoyarse contra la puerta se quedó dormido. Cuando despertó, el sol asomaba ya sobre las montañas.


Durante un momento olvidó donde estaba y lo que había venido a hacer. Miró hacia la cama y vio al herido, que también miraba confuso a su alrededor; cuando vio al emperador, le miró fijamente y le dijo en un leve suspiro:
—Por favor, perdóneme.
—Pero ¿qué has hecho para que yo deba perdonarte? —preguntó el emperador.
—Tú no me conoces, Majestad, pero yo te conozco a ti. Yo era tu implacable enemigo y había jurado vengarme de ti, porque durante la pasada guerra tú mataste a mi hermano y embargaste mi propiedad. Cuando me informaron de que ibas a venir solo a la montaña para ver al ermitaño decidí sorprenderte en el camino de vuelta para matarte. Pero tras esperar largo rato sin ver signos de ti, dejé mi emboscada para salir a buscarte. Pero en lugar de dar contigo, topé con tus servidores y me reconocieron y me atraparon, haciéndome esta herida. Afortunadamente pude escapar y corrí hasta aquí. Si no te hubiera encontrado seguramente ahora estaría muerto. ¡Yo había intentado matarte, pero en lugar de ello tú has salvado mi vida! Me siento más avergonzado y agradecido de lo que mis palabras pueden expresar. Si vivo, juro que seré tu servidor el resto de mi vida y ordenaré a mis hijos y a mis nietos que hagan lo mismo. Por favor, Majestad, concédeme tu perdón.
El emperador se alegró muchísimo al ver que se había reconciliado fácilmente con su acérrimo enemigo, y no sólo le perdonó sino que le prometió devolverle su propiedad y enviarle a sus propios médicos y servidores para que le atendieran hasta que estuviera completamente restablecido.
Tras ordenar a sus sirvientes que llevaran al hombre a su casa, el emperador volvió a ver al ermitaño. Antes de volver al palacio el emperador quería repetir sus preguntas por última vez; encontró al ermitaño sembrando el terreno que ambos habían cavado el día anterior.


El ermitaño se incorporó y miró al emperador.

—Tus preguntas ya han sido contestadas.
—Pero, ¿cómo? —preguntó el emperador confuso.
—Ayer, si su Majestad no se hubiera compadecido de mi edad y me hubiera ayudado a cavar estos cuadros, habría sido atacado por ese hombre en su camino de vuelta. Entonces habría lamentado no haberse quedado conmigo. Por lo tanto el tiempo más importante es el tiempo que pasaste cavando los cuadros, la persona más importante era yo mismo y el empeño más importante era el ayudarme a mí...


»Más tarde, cuando el herido corría hacia aquí, el momento más oportuno fue el tiempo que pasaste curando su herida, porque si no le hubieses cuidado habría muerto y habrías perdido la oportunidad de reconciliarte con él. De esta manera, la persona más importante fue él y el objetivo más importante fue curar su herida...
»Recuerda que sólo hay un momento importante y es ahora. El momento actual es el único sobre el que tenemos dominio. La persona más importante es siempre con la persona con la que estás, la que está delante de ti, porque quién sabe si tendrás trato con otra persona en el futuro. El propósito más importante es hacer que esa persona, la que está junto a ti, sea feliz, porque es el único propósito de la vida



domingo, 17 de febrero de 2013

EL YOGA QUE PRACTICO


[Todas las fotografías presentadas en este artículo fueron realizadas por Mirjha Gotopo. Año 2012]

 Un día, sumido en una situación personal, una amistad, se me acercó y me comentó sobre las experiencias que se encontraba viviendo por medio de la práctica del Hatha Yoga y me invitó a probar para ver si eso me podía servir de ayuda. Así me acerqué, con esa idea. Tod@s nos acercamos a la práctica del Hatha Yoga con una determinada idea. Resulta que esa idea es sólo una apariencia, una ilusión, lo que nos mueve hacia la realización de la práctica viene desde nuestro interno, es nuestra luz en busca de su liberación. Esta es una de los aspectos  que me he encontrado.
 Otra enseñanza es, el yoga que estuvo al inicio conmigo no es como el que vivo actualmente. Nada es permanente. Por otro lado, descubrí que no es sólo la forma externa de la postura lo importante, también lo que ocurre dentro, en  lo interno y la interacción con el entorno.  

Con la idea de exponer acerca del yoga que practico, que enseño, inicio por lo siguiente, en el libro Yoga Integral, su autor Haridas Chaudhuri comenta textualmente lo siguiente, con respecto al Hatha Yoga,  el cual es el yoga que trabaja con el cuerpo directamente.




 Sin embargo, esta misma insistencia en los aspectos corporales, que llega incluso, en ocasiones, hasta la idolatría, constituye también el principal defecto del Hatha Yoga

No nos quedemos atrapados en la forma, es el aspecto menos relevante en la práctica, sin dejar de ser importante, las posturas no son una exhibición, eso no es yoga.
 Preguntémonos, por ejemplo, ¿qué le pasa a la mente en esa condición? ¿Cuál es el sentir del espíritu? ¿Es posible meditar en ese estado? Cualquier otra interpretación que se quiera dar a la forma, que no sea el manejo de las energías que se mueven en la postura, no es lo que trato de comunicar, no está contemplado en mi objetivo de la enseñanza del yoga.
Otra enseñanza que he recibido  es: el yoga es un arte y una ciencia simultáneamente, cuando lo practicamos somos  artistas y científic@s. Busco vivencias de experiencias por medio de mí ser, mi espíritu, la creación experimenta a través de mi conciencia, de mi espíritu.

A manera de ilustración, cuando un artista hace una obra, sólo él sabe, que quiso expresar desde lo más recóndito de si, las opiniones de los observadores pueden o no coincidir con la intención del que ha creado ese arte.
Lo más conveniente es no suponer, tener prudencia, ya que esto nos puede conducir a interpretaciones erradas. Tengamos cuidado con nuestros egos. Observa la obra sin emitir juicios, conéctate con la esencia, no con la forma.

Cuando hago  asanas estoy haciendo arte, estoy labrando, esculpiendo, construyendo, un nuevo ser, libre del estado ilusorio, es autoconocimiento.

Practica, practica, para que tú vivas tu propia experiencia, para que desarrolles tu propio arte.

Es conveniente recordar siempre, lo siguiente, existen tantos yogas como personas hay practicando en el Universo y todos son igualmente importantes. Todas las representaciones de una misma postura son válidas, lo que las diferencia es el sentir y la vivencia del que la experimenta  

No olvidemos, el mejor yoga es el que nosotros podemos hacer, de acuerdo a nuestras condiciones externas, internas, físicas, de mente, de cuerpo, de espíritu, en cada momento presente, todo va cambiando de un presente a otro
 El mejor yoga, no es el que hace el otro o la otra, ni el que yo hago, ni el que aparece en revistas o en libros, tu yoga , ese es el mejor para ti. Profundiza en tu práctica personal.

De hecho, una de las cosas que recomiendo es no leer libros de yoga al comienzo, primero practicar, practicar, desarrolla tú propia vivencia y luego lee todo lo que quieras, para que  después compartas esas experiencias expresada por el autor del libro, con la tuya, ambas expresiones del yoga son válidas.

Si queremos sentir el yoga, practiquemos, practiquemos, todos los días, observemos nuestra conducta permanentemente y observemos cuando no estamos siendo congruentes con la práctica. Pensamiento, acción y palabra en resonancia, en armonía, para buscar el equilibrio en el  atman.

Atman es cuerpo, mente y espíritu.

También he aprendido que el yoga es una forma de vida y como tal debemos asumirlo, la práctica trasciende el shala, el lugar de práctica, debemos llevarlo a todo espacio y lugar donde nos desplacemos, si es sincera nuestra vinculación con el yoga.

Cuando realizo  los asanas en clase, tienen el objetivo de incentivar a l@s  participantes para encontrar maneras de desarrollar los mecanismos adecuados  para el logro y disfrute de ese nivel de conciencia, o de diferentes niveles de conciencia. 
En cada asana se abren múltiples niveles de conciencia. El conocimiento y saber que he obtenido, no puedo tener  ninguna limitación en darlo. Cuando estoy dando la clase mi entrega es plena y total, es de corazón a corazón, es mi servicio hacia ti, a tu ser de luz, es mi práctica de Karma Yoga,  es la práctica tuya y de tod@s .


 Debemos crecer juntos, yo con ustedes y ustedes conmigo.  No creo que podamos avanzar solos. Soy un servidor, un facilitador, mi crecimiento depende de las personas que están recibiendo la enseñanza.

Mi práctica está basada en el amor. Con mi nivel de exigencia no busca limitarte, ni impresionarte, cuando dicto la clase, para mí no hay ningún tipo o clase de discriminación, ni en lo físico, ni mental, ni  espiritual.
Quien debe seleccionar es el que recibe la clase, porque es necesario para su protección personal. 
Realiza y ejecuta lo que consideras, de acuerdo a tú conciencia, que puedes hacer en este momento, porque ese es tu yoga, dale tiempo  al proceso de maduración y cambio para ir alcanzando los diferentes escaños, tu yoga irá cambiando, también tú cambiaras, irá transformándose y también tú. No existe un yoga permanente, él va cambiando contigo, tampoco existe un tú permanente.

No es necesario tomar riesgos en la realización de las posturas, no es el objetivo del yoga

En mi caso, hay posturas  que puedo realizar, hay otras que no he podido hasta ahora, así que las limitaciones, tuyas y mías, son compartidas, sin embargo eso no me descalifica ni merma mis potenciales, y en concordancia también es válido para ti.

No somos mejores, ni peores por poder realizar o no, tal o cual postura, tenemos que ir más allá de la forma, si nos quedamos allí haciendo cualquier tipo de comentario, bien sea positivo o negativo, haciendo cualquier clase de interpretación que se nos pueda ocurrir, simplemente estamos extraviados de lo que es la esencia del yoga, hay que trascender la forma, la dualidad, debemos movernos más allá del bien y del mal.

Enseño el  asana que manejo y entiendo, con el que me he compenetrado.
Él que he logrado ejecutar, ha sido a base a la constante observación,  dedicación, constancia y perseverancia. Sin importarme la hora a la que la práctico, puede ser en el día, en la noche, en la madrugada, puede llevarme minutos, horas, días, años, eso no es lo importante, lo que importa es el proceso invertido para desarrollarla, la vivencia, donde no sólo está implicada la forma de la postura como tal, es un todo, forma, mente, espíritu, entorno, planeta, universo, cosmos, infinito, creación.

A veces me he encontrado con la energía de la postura, la ejecuto, de pronto pierdo el contacto con esa energía, ya no logro sacar la postura,  no la puedo hacer de nuevo, entonces comienzo su búsqueda otra vez, no siempre logro encontrarla. En ese instante comprendo que en alguna parte de mi, la energía espera por ese nuevo encuentro, Debo hacer los cambios necesarios desde lo más recóndito de mi ser, para que ese evento suceda.

Creo que si  nos fijamos, con plena conciencia, en una determinada postura y la desarrollamos a su máximo nivel de conciencia pura, es decir la conciencia observando la conciencia, la respiración, el sentir, la vivencia, podremos armonizar nuestra energía y nuestros estados de conciencia para así abrir el camino hacia múltiples formas y posturas. 

No soy un faquir, no práctico yoga para exhibirme, ni para impresionar, lo hago para encontrarme con el yoga y poder en algún momento decir, realmente estoy practicando yoga.

Actualmente estoy en la fase de construir ese camino, el cual no es nada fácil, se que todavía falta mucho por recorrer. 

Cuando afirmamos que hacemos yoga, tal vez somos un poco pedantes, un poco ligeros, aunque no de manera consciente o intencional. Es conveniente revisar si de verdad lo hemos logrado, preguntarnos ¿estoy meditando en cada postura?  
Si logramos alcanzar ese nivel de meditación pleno en el asana, podemos afirmar que estamos haciendo yoga. Allí no termina todo, ya que, después de hacer, tenemos que ser.

Practico para la búsqueda del autoconocimiento, para lograr amar incondicionalmente a todos los seres sin ningún distingo, para romper la ilusión 

de que soy algo aparte de ti y de los demás, para sentir que tu pena es mi pena y que tu felicidad es mi felicidad, para comprender y sentir que si daño a mi prójimo, me hago daño a mí mismo, para hacerme consciente de mis  potencialidades, para ser útil a mí, así como a los más cercanos y a los más lejanos, con igual intensidad. 
Romper esa apariencia de la lejanía, del aparte, del otro. 
Para servir.
Para llegar a ser yoga, donde no hay diferencia entre lo que hago y lo que soy.
Para conocer mi origen, para saber mí presente, para saber hacia dónde me dirijo, encontrar el mapa de mi existencia, para encontrar la historia de mi existencia, el viaje de mi alma. 
Para entrar en la vivencia de que tú y yo, somos la misma esencia, sólo somos Él.

Sigamos el camino del yoga. No nos dejemos atrapar por el maya, la ilusión. No nos dejemos cegar por la visión limitada de nuestros egos. 









                                      Edgardo Leal







jueves, 7 de febrero de 2013

sábado, 2 de febrero de 2013

MEDITAR ES IMPORTANTE


    SOBRE LA 
                      MEDITACIÓN
Sidarta, después de comprender
que los extremos no te liberan, se
preparó física y mentalmente para
sentarse en meditación debajo de
un árbol y pudo derrotar a Mara. 

Fotografía realizada por: Elizabeth Porteiro. Año 2006. Pico Espejo.
Arreglos en Photo Shop realizado por::



Nuestros sentidos, son el medio de las entradas de diferente tipo de información que viene desde el mundo externo, lo cual  afecta constantemente el mundo interior. Nuestros sentidos continuamente están recibiendo impactos de innumerables impresiones que nos atrapan y nos atan, lo cual  conecta en un grado variable nuestra atención de tal manera que queda perturbada la quietud natural de la mente. En la actualidad, estamos expuestos a un avasallante ruido  y a una interminable olas de imágenes de todo género, las cuales nos invaden por diversos medios, y nos producen una gama de necesidades ficticias. Nos vamos rodeando de objetos que lentamente van ocupando y abarrotando nuestros espacios físicos y mentales y pasamos tanto tiempo sin usarlos que ni siquiera recordamos que los tenemos, simplemente nos llenamos de cosas inútiles. Los valores en que giran nuestras vidas en estos momentos, los maestros de yoga de la antigüedad, difícilmente podrían haberlo imaginado, sin embargo estas prácticas siguen teniendo  vigencia a pesar de la convulsión que nos abarca. No hay duda que millones de personas están atrapadas en estas redes y que difícilmente puedan ser rescatadas de esa tormenta, pero no es menos cierto que paralelamente hay otras miles que han superado esos escollos lo cual nos está indicando que es posible vencer los impedimentos que nos sumen en tan profunda ilusión, la evolución continúa avanzando.
¡ Que bien! esto me tranquiliza. 

Toda esta deformación, como nosotros percibimos el mundo exterior, provoca que la mente esté dividida, fragmentada, llena de agitación y desasosiego, y alimentada continuamente por el conflicto y la ansiedad, lo cual trae como consecuencia una distorsión total de la realidad mientras permanecemos sumergidos en lo ilusorio, en un mundo virtual e impermanente y  cegados por una profunda ignorancia aunque estamos abarrotados de conocimientos, tecnologías y de todo tipo de información.  

Pero por el hecho de poseer un extraordinario cuerpo mente tenemos la capacidad innata de cerrar nuestra conciencia a las influencias exteriores no para negar su presencia sino para cambiar la forma como nos relacionamos con ellas y comenzar un viaje en nuestro espectacular mundo interior, en el yoga a esta práctica se le conoce como pratyahara, generalmente traducido como introspección.

La introspección y la concentración de nuestras fuentes de energía pueden apuntar en un mismo sentido bajo ciertas condiciones con el objetivo de llevar la mente  hasta su estado natural centrado y equilibrado a partir de una condición altamente dispersa, por una parte.
Por la otra, esta centralización y equilibrio de nuestro cuerpo mente,  desactiva nuestras conexiones con las diferentes manifestaciones de negatividad, de nuestra agresividad y de nuestras emociones turbulentas. 
También esta práctica nos hace conscientes de  nuestro buen corazón ya que disuelve y elimina la hostilidad y la contaminación que hay en nosotros, de tal forma que nos volvemos útiles, tanto para nosotros mismos, como para los demás seres presentes en el cosmos y de esta forma podemos incorporarnos  de manera positiva al proceso de evolución del universo. 
Si no se consigue instaurar la armonía en la vida cotidiana, la introspección es casi imposible y por lo tanto no habrá concentración ni será posible la meditación. 

La meditación es una manera de desarrollar estados de conciencia de alta vibración, que nos permiten evaluar las experiencias desde el amor, para que no nos perturben, ni nos desequilibren.
     
La meditación es un estado de la mente, que lejos de pretender controlar nuestras desbocadas emociones y la inquieta turbulencia de nuestros infinitos pensamientos, es conectarnos con el fluir libre y observar activamente cada creación mental sin identificarnos con ella y lograr sentir con la inteligencia del corazón su estado de no permanencia. Como ejemplo, para ilustrar esta idea, imagine que aparece el pensamiento repentino de un vaso, entonces lo observamos no generamos historias alrededor del vaso, no emitimos ninguna opinión, ningún juicio ya que si lo hacemos se van a disparar una cadena incontrolable de pensamientos y nuestra mente estará saltando sin una dirección definida y nuestra atención se dispersará, mientras se disipa nuestra energía mental.

 En la meditación se sienta uno con una actitud mental abierta y comparable al cielo, pero al mismo tiempo permanece presente, apoyado en la tierra, sobre una base fuerte, afirma Sogyal Rimponché en su obra El Libro Tibetano de La Vida y de La Muerte. [Ediciones Urano, Barcelona, España 1994]


Todo el mundo puede aprender y practicar la meditación. 

Aprender a meditar es el mayor y mejor regalo que podemos hacernos en esta vida presente, es posible que a muchos nos cueste llegar a creer esto. Es sólo por medio de la meditación como podemos emprender el viaje para descubrir nuestra auténtica naturaleza, a la cual muchas veces le tememos, ya que raramente queremos confrontarnos con nosotros mismos y encontrarnos con nuestra muy disimulada parte oscura. Esto es sumamente importante, ya que descubrir esta oscuridad aparentemente oculta, nos permite emprender nuestro proceso de cambio y a partir de ese momento desarrollar nuestro sistema para encontrar  la estabilidad y la confianza que necesitamos.




 Meditar es romper con nuestro muy arraigados esquemas, cambiar por momentos nuestra acostumbrada forma de conducirnos, puesto que se trata de un estado libre de toda preocupación o inquietud, en el que no hay competitividad, no hay deseo de poseer, ni aferrarse a nada, no hay lucha interna, ni angustias, ni anhelos de logros; es un estado sin ambiciones, en el que no hay aceptación, ni rechazo, ni esperanza ni miedo.

Poder sentir esto tan sólo por una breve fracción de un segundo, libres de todo tipo de angustias, un estado en el que poco a poco empezamos a dejar marchar, en el espacio de la sencillez natural, toda la maqueta de conceptos y emociones que nos tienen aprisionados. 



Una de las maneras de asumir una forma para las meditaciones que suelo practicar es la siguiente: 
  • Me siento  en la posición de loto (padmasana) o semiloto, (ada-padmasana) si estoy en un lugar adecuado para esto. Sin embargo no es una condición necesaria puesto que existen personas que no pueden adoptar esta posición debido a diferentes motivos. Se puede emplear cualquier posición donde uno se encuentre cómodo, ya que la idea es disfrutar no torturarse. En el caso que cualquiera de las posiciones sentadas le sea imposible, utilice una silla. No es recomendable realizarlo acostado, lo cual es más conveniente para una relajación
  • Me aseguro que mi columna esté recta, con lo que quiero decir que sus curvaturas naturales se respeten, firme pero relajada. Independientemente de la postura seleccionada, esto es sumamente importante. Las diferentes regiones de la columna vertebral deberían estar alineadas, lumbar, dorsal y cervical.. Mantenga los hombros hacia atrás  y hacia abajo, pero sin generar tensión. La idea es que su energía fluya en todo el cuerpo, por toda la columna. Mantenga los pabellones de los oídos alineados con los hombros. Observe que el mentón está paralelo con el piso.
  • En esta fase hago el mudra (posición de las manos) universal y comienzo a observar mi respiración. Su ritmo, su tiempo, cuando inhalo y cuando exhalo, tratando de que esto sea lo único que esté en mi mente, solamente mi respiración, sus cuatro fases, vaciar llevando el ombligo hacia la columna vertebral, suelto el abdomen lentamente y sentir el vació, comienzo a llenar desde el abdomen, luego el pecho, hasta las clavículas, tomo conciencia de que estoy lleno, repito este ciclo. No necesito más nada, sólo observar mi cuerpo, mi mente y la respiración los  cuales me sirven como una  especie de mandala (figura geométrica que sirve para fijar la atención) cada forma, cada asana es como un mandala El silencio interno y los sonidos de mi cuerpo se convierten en mis mantras.   
  •                                               
  •                                                                                  Edgardo Leal